Nada mas llegar al Bar de Nely, mi amigo el atópico me soltó: "Ya ves, este país no tiene remedio. Mientras no se aclare lo de las tres Españas, seguiremos en eterna inestabilidad".

-Ya, „me permití recordarle„ pero tú dijiste que era posible aclarar quiénes se apuntarían a cada una de esas hipotéticas Españas, para encarar el eterno problema territorial.

Unos segundos en reflexivo silencio y empezó a disertar.

-Se trata realmente de saber quiénes se apuntan a esa España per se, que se siente una e indivisible y que en nuestra hipótesis serían 13 millones y medio de ciudadanos de 10 comunidades. Parece claro que la España per accidens, que se sabe España hoy, pero que no piensa serlo en el futuro y que serían unos 17 millones de personas, de 5 comunidades, no se apuntarían. Pero no sabemos lo que haría la España in dubio, esa que no sabe a que atenerse, y que en mi hipótesis reuniría a 14 millones de habitantes de 4 o 5 comunidades. Todo esto se dilucidaría en un referéndum en todo el Estado, pero con una pregunta muy clara y relativa a posicionarse cada comunidad ante un proyecto político concreto, unificador y superador el actual statu quo territorial, que la Constitución ya es incapaz de sostener, como se demuestra en el conflicto catalán actual y en el siempre latente vasco, cuando menos. El nuevo proyecto tiraría por elevación.

-¿Un proyecto nuevo? ¿Qué proyecto?

Sonrió como quien tiene un póker en la mano o un as para matar el tres y dijo:

-Imagínate que haces esta pregunta en un referéndum: "Para negociar con Portugal un nuevo Estado Confederal Ibérico, ¿qué preferirías, estar representado por la delegación de España o por una propia de tu comunidad autónoma?". Es evidente que así sabríamos quiénes se sienten y son España per se y quienes se sienten y lo son per accidens, resolviendo esto democrática y definitivamente. Además no me negarás que el proyecto confederal haría sonreír desde sus tumbas a Pi i Margall, Casal Ribeiro, Sixto Cámara, Teófilo Braga o al mismísimo Saramago.

No sabía qué decirle y me quede incómodamente callado un rato hasta que le solté.

-Lo prometido es deuda y contaré todo esto, pero no te preocupes, no revelaré tu nombre para que no te corran a gorrazos.