Tomando en consideración la cantidad e intensidad de las tormentas y los tornados que tienen lugar a lo largo y ancho del territorio español, no parece estar muy lejano el día en el que las autoridades públicas comiencen a contemplar la conveniencia de llevar a cabo campañas informativas e instructivas dirigidas a la población para que, en el caso de verse ante una situación de riesgo, actuar bajo la dirección del adiestramiento y no del pánico, pues las respuestas instintivas son menos eficientes y seguras que las basadas en el conocimiento.

Si las consecuencias del cambio climático han llegado para quedarse, y además con un pronóstico científico de cara al futuro que no es como para montarse una fiesta rompedora, habrá que prepararse para lo que viene.