El planeta se queda sin tiempo. Nunca la humanidad ha llegado (pese a sus notables avances) al nivel tal de degradación ambiental en el que se encuentra el planeta, al menos en lo que a su estabilidad se refiere. Pero no esperemos que las cosas cambien si no lo hacemos nosotros.

Mientras el cielo se nos cae encima vociferamos contra la devastación y contribuimos con nuestra contaminación a la extenuación energética del planeta. Del mismo modo, cuando nosotros cambiamos (causa) el mundo cambia (efecto).

Nunca antes. En 1985, estuve en unas conferencias en Valencia donde se hablaba sobre términos de ciencia y sabiduría milenaria: uno de los ponentes era un tal ´Álvaro Calle, profesor de la Complutense.

La crisis ecológica del planeta ya se planteaba en aquel encuentro; así como el deshielo de los polos. De hecho es algo que se refleja en los tratados más antiguos cuando se habla de los ciclos del planeta. Son parámetros que se repiten cada equis miles de años: estamos en Acuario, la Era de la ecología.

Nada se ha hecho sin embargo en beneficio de esa ecología. Oí mencionar en aquellas charlas comentarios como: "Hay que salvar la semilla", son palabras que identifico en el investigador Stephen Hawkings cuando dice: "No poner todos los huevos en el mismo cesto" (es decir, hay que asegurar la supervivencia de la especie).

¿Y esto por qué? Más bien se podría pensar que la especie humana se está poniendo en peligro. Algunos lo llaman Apocalipsis.

Los escenarios de la crisis son ecológicos y cada vez más devastadores. Una especie de Sodoma y Gomorra. De hecho, Hawking hablaba que si en los cien próximos años no somos capaces de colonizar otros planetas el ser humano se enfrenta a un grave riesgo de extinción.

Dicen que lo que llega a nosotros lo hace como el regreso de lo que ha salido de nosotros. Se llama efecto boomerang y rige la ley de causa y efecto. Es un razonamiento que procede de la cosmología y válido en lo que concierne a las leyes del universo.

La cosmología está emparentada con la religión y la ciencia. La ciencia y la religión, según Francisco Ayala (de la universidad de Columbia) son dos ventanas para mirar al mundo y cada una permite ver cosas distintas, siempre complementarias.

No en vano vivimos en un mundo donde todo debe ser observado de acuerdo con lo que nos ofrece su reflejo en el espejo (la dualidad). Es el mundo de la energía, en el que tiene lugar un proceso constante de regulación. Todo vuelve al principio.

Volver atrás „hacer un replay„ y retomar el camino andado por lo hecho hasta el momento.