En realidad, lo que plantea el documento preparatorio del Sínodo de Obispos sobre la Amazonia, es una sugerencia para abordar una atención pastoral ardua, debido al aislamiento de estas comunidades: "Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región, se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana".

Pero lo que en la Amazonia se presenta como una emergencia por motivos pastorales, en Occidente se ve como un precedente en una discusión ideológica sobre el celibato sacerdotal. Allí se trata de llevar los sacramentos a gente que no tiene acceso a ellos; aquí de reformular la figura del sacerdote en comunidades que no siempre demuestran gran interés por los sacramentos, aunque los tengan a la puerta.

En Occidente nos lamentamos de la escasez de sacerdotes, pero en realidad estamos por el momento en una situación privilegiada respecto a otras regiones del mundo católico. Según datos del Anuario Pontificio, en 2016 había 1.600 católicos por sacerdote en Europa y 1.300 en EEUU, frente a los 7.200 fieles por sacerdote en América del Sur, algo más de 5.000 en África y los poco menos de 2.200 en Asia. El problema en las Iglesias de Occidente es que la edad media del clero es cada vez mayor, sin que haya una renovación suficiente.