A lo largo de cinco años, el equipo de investigación dirigido por Kenneth Rosenberg, director del programa de Ciencia de la Conservación en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell (Ithaca, Estados Unidos), ha estado analizando la dinámica de las poblaciones de aves de Norteamérica a través del último medio siglo. Y la conclusión es aterradora: han desaparecido 3.000 millones de pájaros si se comparan los que vivían en el subcontinente en 1970 con los que hay ahora. Eso significa una extinción que alcanza al 29% de todas las aves de América del Norte.

Como indican los propios investigadores en un artículo publicado en la revista Science, su estudio alcanzó 529 especies de pájaros de Canadá y la zona continental de Estados Unidos, es decir, el 70% de las aves que anidan allí, por lo que el alcance del censo es del todo indicativo. Dicho censo se ha obtenido mediante distintos procedimientos que incluyeron datos de población proporcionados tanto por doce instituciones de estudio de la avifauna como por una red de 143 radares meteorológicos, por lo que los resultados del trabajo son de una fiabilidad considerable. Y ponen de manifiesto que cerca del 90% de los pájaros desaparecidos pertenecen a especies muy familiares como son los gorriones, los pinzones y los mirlos.

¿Por qué nos estamos quedando sin pájaros? No es nada sencillo determinar cuáles son las razones de ese declive poblacional de las aves de Norteamérica, que parece afectar mucho más a las especies llegadas de fuera que a las nativas. Lo más fácil parece atribuir su pérdida al crecimiento urbano, a la proliferación de zonas cultivadas y a la paralela desaparición de selvas, bosques y praderas. Sin embargo, las especies bien adaptadas a la vida en los entornos transformados por nosotros se encuentran entre las más afectadas por la desaparición. Cabe recordar que cuando los caballos fueron sustituidos como medio de transporte por los automóviles hubo quienes vaticinaron que ese cambio llevaría a la extinción de los gorriones, tan dependientes de los excrementos de los animales de tiro. Pero sobrevivieron en las ciudades ahora asfixiadas por la contaminación de los motores de combustible derivado del petróleo hasta que, desde 1970 al menos, su número se desploma. Rosenberg y colaboradores apuntan una leve esperanza. El uso masivo de insecticidas como el DDT causó, como se sabe, una mortalidad gigantesca en las aves rapaces pero la prohibición de ese tipo de pesticidas ha llevado a que tales rapaces se recuperen. El incremento en su número es poco significativo frente a la tendencia general hacia la desaparición pero, si las rapaces se recuperaron, puede que los demás pájaros también. Sin embargo eso solo sucederá cuando pongamos freno a los peligros que les acechan. Los autores sostienen que su estudio no es capaz de determinar las causas del declive de las aves norteamericanas; serán necesarios más análisis para concluir cuáles son.