Nunca te acostarás sin saber algo nuevo, y ese dicho lo he revivido hoy. Por la mañana fui al complejo deportivo de san Diego para hacer ejercicio; estuve el tiempo justo porque debía recoger a father Paul, sacerdote keniano del Opus Dei que venía a comer a casa. Y lógicamente la conversación y la posterior tertulia recayeron en gran parte sobre su trayectoria y su país. Explicándonos la importancia de los grupos tribales de Kenia citó a los kikuyos, los luo, los kalenji y los kamba, y de los kalenji añadió que acumulan muchas medallas de oro en carreras de resistencia pues de allí salen los mejores fondistas de ese país africano. Oí lo de kalenji, y mi cabeza empezó a procesar porque ese término me resultaba conocido, y mientras los contertulios hablaban de los otros corredores de fondo africanos, como los etíopes, caí en la cuenta que la camiseta de deporte que había utilizado por la mañana tenía sobreimpreso, a modo de marca, el vocablo Kalenji. Mira tú por dónde, la firma comercial que distribuye ropa deportiva ha titulado con ese gentilicio las camisetas que sudamos, si es que las utilizamos, los que aún queremos, y podemos, hacer ejercicio físico, que es muy recomendable.