Cumplidos los 100 días de gobierno, doña Inés Rey mantiene la casuística de sus antecesores al llegar a la Alcaldía coruñesa: recuperar la creación del Área Metropolitana, de porvenir dudoso, más por intereses personales que por necesidades de cooperación. Todo lo que no se realiza mediante leyes puede resultar estéril, cuando hay que negociar una nómina de regidores variada y discordante. Las áreas metropolitanas no son solo unidades territoriales, son también un conglomerado humano que ha de integrar una unidad funcional, en torno a la ciudad cabecera. Y ha de ser así, porque la comarca coruñesa, sin nuestra urbe como centro, carecerá de profundidad y, sin el eje capitalino, no podrá liberarse de ímpetus, ni de caciquismos demagógicos. En Galicia hay que considerar que más de una vez la sensatez ha cedido al capricho de la Xunta. Otro tema que vuelve a reactivarse es la fachada marítima „habría de ponerse en marcha en 2009„ cuyo desarrollo exige escrupulosos controles para evitar la especulación y sobre todo el urbanismo abrumador, en una de las zonas más céntricas de La Coruña. En los dos temas citados, Área y fachada marítima, hay que contar con la Xunta de Galicia, con la mayoría ciudadana en los últimos comicios locales, de su mismo signo político hoy, al parecer, esquinada en el gobierno municipal. Se advierte en la nueva Corporación municipal coruñesa y en su alcaldesa cierto gongorismo. Doña Inés, sin proponérselo, debe usar el retrovisor al informarse de las noticias analíticas que emergen acerca del lastre sucesor. También registramos una variable vernácula, envuelta en una suerte de "nacionalismo al vacío", una mezcla no muy convencida de gallego y español, como si fueran desvaríos propios de los que desconocen un idioma. Sus castrapos llegan, en ocasiones, a desvirtuar la acción gobernante. La palabra bien dicha es un espejo de conducta clara, que permite al ciudadano contemplar el mundo circundante, interpretarlo, hacerlo suyo.

La limpieza en las calles es mejorable „han aparecido ratas en la zona escolar de la plaza de Pontevedra„ y el incremento de la seguridad, son los problemas que modifican las esperanzas del vecindario que no suele resignarse a un conformismo de invocación. Hay que resolver, asimismo, el tema del tranvía turístico, que forma parte del paisaje del paseo marítimo. Vázquez tenía el proyecto de extenderlo hasta el Portiño, para lo cual contaría con fondos de la Unión Europea.