El Ayuntamiento de La Coruña se propone, de modo decidido y bien pertrechado, que se estructure el Área Metropolitana en torno a la gran ciudad, organismo que se considera pieza fundamental para el desarrollo social y económico de la comarca. El asunto data, como antigua aspiración, desde el año 1968, fecha en la que la Real Academia Gallega, presidida por don Sebastián Martínez-Risco y la colaboración de prestigiosas figuras como Parga Pondal, elaboró un detallado mapa comarcal de Galicia, en el que entendían que los problemas sociológicos vendrían después, pero no antes del estímulo u ordenación económica. Fraga tomó buena nota al llegar a la Xunta y trató de llevarlo a la práctica sin fortuna, como sucedió con la "Ciudad de las Rías" de Fernández Albalat, limitado a las zonas del litoral. Más ambicioso, el alcalde Liaño propuso la integración de los municipios aledaños, como hiciera Vigo con Bouzas y Lavadores, pero el señor Liaño no contó con la colaboración de los interventores municipales afectados. La intransigencia y la corta visión política han enquistado el asunto, que ahora parece encarrilado. Entre tanto, hemos de abordar problemas de la vida diaria como el de salvar el frecuente colapso en los accesos „la tercera ronda no ha sido la panacea„, la estación marítima no se ha repuesto, la "humanización" de la avenida de Alfonso Molina pertenece a la metafísica, mientras la crónica de sucesos dedica espacio a los incidentes diarios y los empresarios, los polígonos industriales, ejercen el papel de perdularios. Después de atascarnos en la antigua fábrica de armas, nos llegan esperanzadoras noticias sobre la virtualidad de la Intermodal. El socialismo gobernante ha hecho un giro de 90 grados en sus discursos multiusos cuando ejercía la oposición y se ha convertido en su principal valedor, hecho que todos celebramos. Confiamos, en última instancia, que la Xunta de Galicia encuentre su propia posición al sancionar el nuevo espacio político-administrativo.

El Agra del Orzán y el solar próximo de las Adoratrices son dos proyectos urbanos que, por su dimensión, no pueden desvirtuar ninguna perspectiva metropolitana. Ni la voracidad constructora, ni las grandes inversiones en alguno de los casos, deben alterar el respeto que merecen los planes de Urbanismo, normas rectoras del desarrollo armónico necesario en una zona tan populosa como necesitada de modernidad.