Varias estadísticas publicadas en los últimos días arrojan un escenario de preocupación en algunos ámbitos de la economía gallega. En un estudio comparativo entre regiones, la Unión Europea alerta de que Galicia empeora su competitividad dentro del espacio comunitario por su debilidad laboral y su déficit de innovación.

La comunidad gallega pierde 16 puestos y cae al 197 de un total de 268 regiones de la UE. Sobre una puntación máxima de 100, Galicia no llega ni al aprobado. Saca un 40. Bruselas cuestiona en su informe la eficiencia de su mercado de trabajo y la carencia de sectores de alto valor añadido.

Diez años después de la crisis, la división entre el noroeste y el sudeste español sigue siendo clara, concluyen las autoridades comunitarias en la actualización de su índice de competitividad, publicado el pasado lunes con el objetivo de ayudar a las administraciones regionales de la UE a detectar sus puntos fuertes y débiles y a orientar el destino de sus inversiones públicas para efectuar las correcciones oportunas.

Entre los parámetros con un comportamiento más irregular en Galicia, Bruselas pone el acento en el mercado laboral. Para ello, toma en consideración los datos de empleo y de paro, incluidos los matices del desempleo de larga duración y la diferencia por géneros, la productividad, los ocupados a tiempo parcial obligados a pesar de querer un contrato a tiempo completo y los ninis, jóvenes de 16 a 24 años que ni estudian ni trabajan. En esta escala, frente a un valor 0 de la media europea, Galicia cae a un -0,75. Esta valoración contrasta con la del vecino Portugal, que adelanta a la comunidad gallega en los aspectos de mercado laboral y negocio innovador.

Peor puntuación, un -0,82, obtiene sin embargo Galicia en tamaño de mercado, un índice que engloba la renta per cápita y el potencial de la demanda interna en función del Producto Interior Bruto (PIB) y la población residente. Bruselas advierte de la estratégica importancia de contar con compradores para productor y servicios en el territorio y abunda en los crecientes indicios de invierno demográfico.

Apenas un día después, el martes pasado, la última estadística de Eurostat sobre el PIB por habitante en las regiones europeas, revelaba que la renta media en Galicia equivale solo al 82% de la europea, un índice seis puntos menos que antes de la crisis, cuando era un 88%. Este informe europeo pone el foco en un significativo dato de la realidad gallega. Tras la crisis, la renta cayó en Galicia del 88% al 79% en 2013 y 2014. A partir de 2017 remontó hasta el 82% pero, según el análisis de Eurostat, esta aparente mejora esconde un aspecto negativo: la renta gallega media crece a costa de la pérdida de población. Lo cual es un espejismo.

Al reflexionar sobre los datos de Eurostat, el subdirector del Foro Económico de Galicia, Patricio Sánchez, receta una fórmula de menos burocracia y más industria para avanzar en el objetivo de convergencia con el nivel europeo. Considera que la comunidad gallega debe frenar la creciente pérdida del peso industrial. La industria debe suponer al menos un 20% del PIB de una economía equilibrada, pero en Galicia, según Patricio Sánchez, ha caído hasta el 16% en los dos últimos años, con una tendencia a seguir bajando.

El Foro Económico lamenta que, en plena era digital, Galicia siga teniendo además un exceso de trabas burocráticas a la hora de poner negocios en marcha y señala, al igual que informe europeo sobre competitividad, que el norte portugués está captando más negocios que la comunidad gallega, entre otros factores porque eliminó muchos de esos obstáculos administrativos.

Las advertencias que figuran en estos últimos informes de Bruselas sobre las debilidades de la economía gallega no deberían ser desoídas. En sus conclusiones hay claras orientaciones sobre las medidas correctoras que Galicia precisa para no descolgarse preocupantemente de la convergencia europea.