El 16 de octubre de 2018 la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados alcanzó uno de los escasos acuerdos entre partidos políticos adoptados por unanimidad en los últimos tiempos: el de solicitar al Gobierno una mayor presencia de la filosofía en la Enseñanza Secundaria, incluyendo la restauración en segundo de Bachillerato del carácter obligatorio y común de la asignatura de Historia de la Filosofía, suprimido por la Lomce, que la relegó a la condición de materia específica ofertable solo a los alumnos de las modalidades de humanidades y ciencias sociales, y no a los de ciencias naturales o de artes. Esta situación, que hasta ahora sigue igual, ocasiona un considerable retroceso en una formación útil para reflexionar, orientarse ideológicamente y entender las raíces intelectuales del complejo, cambiante y diverso mundo actual. Tan complejo y cambiante como para que un acuerdo unánime como el referido no haya podido llevarse a la práctica, ni siquiera tramitarse después de todo un año, debido al llamado bloqueo político. Las organizaciones de profesionales de la Filosofía instan a recordar esta efeméride y a reclamar la aplicación de lo entonces acordado, pero esto solo será posible cuando se logre un gobierno estable. Esperemos que por fin, tras las nuevas elecciones, se pueda superar el estancamiento institucional y, mediante consensos como el conseguido hace un año en aquella comisión, tanto la filosofía como el país mismo puedan avanzar.