Siendo un país que lleva años en la cumbre mundial de donaciones y trasplantes de órganos, con una ciudadanía solidaria cuando se producen situaciones de riesgo y emergencia nacional y empática ante las adversidades que atenazan o dificultan la vida de la población en otros lugares del planeta, llama la atención que España lidere la clasificación europea en la demanda de prostitución y ocupe el tercer puesto a nivel mundial. Sorprende que una sociedad que muestra preocupación y sensibilidad respecto a problemas como el hambre, la desigualdad y el desprecio de los derechos humanos pueda tener una anomalía de semejante calado, aunque teniendo en cuenta que la prostitución es ejercida de forma mayoritaria por el sexo femenino y el grueso de la demanda se concentra en el sexo masculino, ¿es descabellado pensar que se trata de una situación relacionada con la discriminación por razón de género?