Todo tiene su haz y su envés. El haz de los sucesos de estos días en Catalunya es lamentable y hasta dramático, pero hay también un envés positivo, al aparecer completa al fin la gran familia del independentismo, de la que hasta ahora el mundo solo conocía la imagen festiva de padres con sus niños, honrados ciudadanos y respetables abuelos en gigantescas manifestaciones.

Da igual los intentos que ahora hagan para interponerse entre los violentos y la policía, como si ellos fueran los buenos entre la guerrilla urbana y las fuerzas de ocupación: una patraña más de una historia de patrañas. La cara oculta del independentismo, su fondo de armario radical, ha mostrado por fin la faz, mientras la gent de pau "comprende" la violencia aunque no la comparta (es decir, la disculpa), evita la menor condena, mira para otro lado, sin darse cuenta de que al hacerlo enseña también su otra cara.