No es fácil escribir sobre el ahora cuando el ahora es el que nos escribe a nosotros. Hay épocas en las que los ciudadanos se erigen en los agentes activos de la realidad y épocas en las que los contribuyentes devienen sujetos pasivos de la Historia. Pasamos muchas horas en el sofá, tragando telediarios y programas especiales sobre esto y sobre lo otro, lo que constituye una forma de anestesia. Yo al menos me siento anestesiado. Hay un instante del día o de la semana en el que el sofá parece una mesa de operaciones iluminada por la pantalla del televisor. En otras palabras, que te están interviniendo sin que seas consciente de ello, porque hace un rato te has levantado para ir a la cocina a por una cerveza. Si eres capaz de levantarte, piensas, no estás anestesiado.

Falso. Sigues dormido. Sueñas que vas a la cocina mientras el bisturí del telediario manipula tus neuronas hasta lograr que pienses lo que debes pensar para no convertirte en un cuerpo extraño entre los tuyos. Los tuyos son los que constituyen el cuerpo social del que formas parte. Ese cuerpo social dispone de sensores para detectar la disidencia y acabar con ella. Los telediarios y programas afines evitan que te conviertas en un disconforme, en un bulto a extirpar. Te benefician. A ti te gustaría ser el autor, si no de la Historia con mayúscula, sí al menos de tu historia. Por el contrario, te has convertido en un producto de ellas, de la Historia y de tu historia. Es lo que tratábamos de explicar, que no es lo mismo escribir que ser escrito, del mismo modo que no es lo mismo hablar que ser hablado.

En los tiempos que corren, somos mayormente hablados y mayormente escritos. Cuando nos levantamos del sofá para ir a la oficina o a la cafetería, estamos listos para emitir opiniones políticamente correctas sobre esto o sobre lo otro. Eso no quiere decir que el domingo no discutas con tu cuñado por diferencias de criterio. Tales discusiones se inscriben en la normalidad dominical, forman parte de la llamada libertad de expresión y todo eso. Debe de haber otros modos de rebelión, pero no se encuentran aún en el mercado. ¡Ojo con los telediarios! Son una forma de realidad aumentada que nos hacen ver lo que no es.