Carmiña se sentía muy orgullosa de su hija. Era un bebé grande, gordito y rollizo que parecía rebosar salud en tiempos donde todo el mundo estaba flaco y ser gordo era síntoma de buena salud y de bienestar. Faltaba mucho para mal enterrar a Franco y era tiempos en que tus padres te procuraban sobrealimentación, te repetían aquello de "cómete eso, que tiene muchas vitaminas" y te querían gordito. Por eso Carmiña entendía su visita al pediatra como rutinaria, protocolaria diríamos, y por eso se llevó la gran sorpresa cuando el pediatra le espetó que su hija tenía anemia. "Anemia florida", explico el médico, que es esa debilidad o falta de glóbulos rojos en la sangre, que se oculta tras un aspecto rollizo y sano del bebé. La lozanía del bebé de Carmiña era solo aparente y el proceso de sano crecimiento de la niña estaba en peligro. Por fortuna y gracias a la previsora vigilancia de la salud del bebé, la afección se abordó a tiempo y aquella niña alcanzó su madurez saludablemente.

No sucedió así con nuestra democracia que, con la aparente lozanía del consenso, fue percibida como lustrosa y exuberante en los primeros años de su vida. Se contemplaba con admiración universal como un ejemplo de excelente salud y de envidiable proceso de maduración, pero aquello era "anemia florida" y la escasez de glóbulos rojos impedía la buena oxigenación de los órganos y en consecuencia el normal, equilibrado y sano proceso de crecimiento. Por desgracia, la afección no fue detectada a tiempo y, a día de hoy, la democracia española sufre deficiencias y trastornos que adquieren mayor importancia con el paso del tiempo. Este gran retraso en el diagnóstico y el engaño, por lo florido de la anemia, hacen que el tratamiento necesario sea urgente y perentorio, pero también complejo por cuanto las carencias de oxigenación democrática afectan ya a demasiados órganos del sistema.

La exhumación del dictador, aunque tardía, debiera ser el inicio de la terapia adecuada para el saneamiento de nuestro sistema, que requiere la adopción de reformas cardinales de la Constitución del 78 para lograr una democracia madura de verdad. Proyecto que debiera ser primordial en la política de nuestro país: de la derecha y de la izquierda.