Objetivo conseguido. Nunca se ha pronunciado tantas veces en este país el nombre de una comunidad autónoma. Relevancia internacional a base de comportamiento pacífico. Barricadas en las calles, coches incendiados y cohetes apuntando a los helicópteros. Derribar el totalitarismo invocando al anarquismo de comienzos de siglo pasado. Extorsionando con tu idea a todo congénere que no piense como tú. ¿A qué recuerda esto de prohibir expresarse en un idioma, mostrar una bandera diferente a la tuya y marcar a aquellos negocios que no estén a favor de la causa? Nunca se odia un poco, siempre es a tiempo completo. No habrá más solución que negociar o nos acabaremos haciendo daño. ¿Referéndum? Claro, con censo y todo. Pero puestos a exigir, que plasmen las dos partes de la ecuación su parecer sobre este particular. Los oriundos que quieren irse y los foráneos de Cataluña que pueden estar o no de acuerdo con la secesión. Juego democrático, ¿no se trata de eso? Diálogo sin imposición. Pues sin concordia y civismo, no traerá más que la involución a un nuevo duelo a garrotazos.