Cuando ese gran rebaño de rumiantes en que nos han convertido, querida Laila, sale del redil para su traslado, se encuentra con un enorme espacio abierto, por donde transitar con una gratificante sensación de libertad. Verde el campo, azul y fresco el aire. "Ancha parece Castilla", pero solo lo parece. No lo es, porque la libertad es aparente. Está limitada por los pastores, que sí nos permiten movernos, saltar o trotar alegremente, pero siempre en predeterminada dirección. Aún así, el espacio nos parece amplísimo y en el horizonte divisamos caminos y pasos diversos que cruzan la sierra entre los que, en llegando, podremos elegir. Los pastores parece que no se ponen de acuerdo en cuál ha de ser el paso para superar la cordillera y discuten mientras conducen el rebaño. Al final, serán los amos los que acuerden la ruta y por ella tratarán de conducir al grueso de la manada que ya no podrá resistirse, ni elegir camino, ni moverse con aquella libertad del campo abierto, verde y azul. Parece que han elegido ya y, con gritos desaforados, los pastores nos empujan estos días hacia el camino, aparentemente amplio y fácil, llamado "Paso del Gran Acuerdo" que, a medida que nos acerquemos, se nos presentará como el único posible, el más seguro e incluso el inevitable. "¡O el gran acuerdo o la estampida!", se nos gritará. Y el inmenso rebaño, con los ojos abiertos de miedo y el corazón palpitante de angustia, se precipitará en tromba por el maldito "Paso del Gran Acuerdo".

Para juzgar hechos o resultados es congruente evitar juicios de valor o de intenciones, pero ante programas, proyectos políticos o promesas electorales es imprescindible tratar de descubrir o aproximarse a conocer las verdaderas intenciones, claro está políticas, de lo que se nos propone, para mejor valorar y analizar las propuestas. Porque, lo sabemos, nuestros políticos suelen ocultar, en todo o en parte, sus verdaderas intenciones sus objetivos últimos y, sobre todo, sus prioridades. Es, pues, legítimo y necesario tratar de desenmascararlos. Y he de decirte, querida amiga, que en esta ocasión y viendo lo que pasó, lo que se nos dice y las posibilidades de resultados que hay, tengo la impresión de que el propósito real de Sánchez es hacerse con el poder y "dormir por las noches". Evitar, como ya hizo, cualquier condicionante desde la izquierda y buscar apoyos o anuencias de lo que él considera el centro. De no ser Ciudadanos que sea el PP. Toda la política de Sánchez, desde la moción de censura, se dirige a hacer tragar a su electorado y, en lo que pueda, al conjunto de la ciudadanía progresista el acuerdo que sea posible con la derecha. Y bien se ve cómo lo animan a ello desde los principales minaretes mediáticos. Se trata de cualquier pacto suficiente para alcanzar y sostener el poder: una coalición, un acuerdo o la abstención en la investidura, un pacto explícito o tácito o cualquiera otra fórmula que se pergeñe. Parece claro que Sánchez, descartado el acuerdo que le quita el sueño, trata de conducir, desde ahora mismo, el grueso del rebaño hacia "El Paso del Gran Acuerdo". Ya se nota la presión creciente de pastores y vaqueros que nos empujan bruscos y con gritos desaforados. No paran de gritar: "¡O el gran acuerdo o la estampida!". Y el rebaño empieza a moverse, acojonado, hacia donde siempre han querido los amos de la hacienda, a los que bien sirven vaqueros y pastores.

Lo malo es que el "Paso del Gran Acuerdo", no conduce a parte alguna. Ni siquiera se logrará un gobierno realmente estable porque, querida, cuando no se resuelven o ni se afrontan los problemas más cardinales del rebaño, eternamente pendientes, la inestabilidad social y política es inexorable.

Un beso.

Andrés