Desde que trabajé como corresponsal en la antigua capital de Alemania y en posteriores estancias en ese país son incontables los documentales y artículos críticos que he podido ver en los medios germanos dedicados a los cultivos agrícolas bajo plástico.

El último trabajo al respecto pertenece a un cuaderno dedicado a glosar las bellezas naturales y artísticas del sur de España que ha publicado la conocida editorial de guías turísticas Dumont bajo el título de Andalucía, donde España es más hermosa, y que puede encontrarse estos días en librerías o quioscos de prensa de cualquier ciudad alemana.

No me resisto a traducir algunos párrafos del artículo que trata de Almería en el que se critica la irresponsable explotación que hace en los invernaderos que proliferan en esa provincia tanto de los recursos naturales como de la mano de obra inmigrante.

"Para poder cultivar pimientos, tomates, calabacines, pepinos o berenjenas durante todo el año bajo el sol andaluz hace falta naturalmente mucha agua: son necesarios unos 200 litros para producir un solo kilo de tomates y hasta 1.000 litros para la misma cantidad de aguacates".

"Pero allí solo llueve y poco unos 20 días al año como media, por lo que durante décadas se ha estado recurriendo a las reservas de los acuíferos, alimentados por una red de ríos subterráneos. Sin embargo, su sobreexplotación debida en muchos casos a la perforación de pozos ilegales ha hecho que ese recurso sea cada vez más escaso".

En muchos casos, el sistema "se ha visto sometido a tal presión" que en las zonas próximas a la costa se ha producido un desequilibrio que ha permitido la entrada de agua salada, denuncia también la autora del artículo, que califica de "irresponsable" lo que allí sucede.

Muchos agricultores, agrega, "han recurrido mientras tanto al regadío por goteo, para el que emplean agua del mar, pero la desalinización es costosa y exige mucha energía. Además, los residuos salinos no son fáciles de eliminar". A lo que se añade otro problema ecológico como es el "uso de fertilizantes y pesticidas".

Por si eso no fuera poco, la autora del cuaderno turístico habla de la explotación de la mano de obra, antes integrada mayoritariamente por marroquíes, a los que, de un tiempo a esta parte, se han sumado otros inmigrantes procedentes de diversos países africanos o incluso de la Europa del Este.

Las condiciones en que vive y trabaja esa gente, denunciadas por ecologistas y defensores de derechos humanos, y los bajísimos salarios que perciben posibilitan el dumping de precios de las frutas y hortalizas tempranas en los supermercados de Alemania y otros países europeos.

Reconoce la autora que las críticas de las ONG están logrando que mejoren, aunque solo muy lentamente, las condiciones laborales y de producción en los invernaderos andaluces.

Si no lo hacen más rápido, agrega, es porque hay intereses que lo impiden ya que la provincia de Almería vive directa o indirectamente de ese tipo de cultivos bajo plástico.

¿Hasta cuándo se permitirá, habría que preguntarse, esa doble explotación? Solo cabe esperar que trabajos como este ayuden a concienciar a los consumidores ya que nuestras autoridades poco parecen haber hecho hasta ahora.