Las fuerzas rusas están ocupando el vacío que Estados Unidos ha dejado en el norte de Siria con la retirada de sus tropas. Después de ocho años y medio de guerra, la solución al conflicto se aleja y cada día que pasa se hace más patente el fracaso de la comunidad internacional en esta zona, incapaz de poner fin a la violencia y de establecer las bases de una paz duradera. Rusia se ha lanzado a parar a los pies a Turquía y así frenar su pretensión de desalojar a los kurdos y crear un pasillo de seguridad en su frontera con Siria. En este escenario se incrementa el riesgo de radicalización de grupos islamistas y se agudizan los problemas derivados del exilio masivo y de las avalanchas de emigrantes. Esto está provocando la alerta humanitaria.