140 millones de euros nos ha costado la broma de los comicios celebrados el 10-N, un dispendio que solo ha servido para arrastrarnos hacia un escenario político aún peor. Hacia la misma España ingobernable que teníamos antes. En el pactómetro, por mucho hagamos la suma de escaños de uno u otro lado, no salen las cuentas. ¿Que Pedro Sánchez será presidente, dice usted? ¡Ya veremos a ver! ¿Que repetiremos en mayo nuevas elecciones? Bueno, eso ya me lo creo más, oiga. En cualquier caso, aunque políticamente de poco o nada han servido estos comicios, de los resultados obtenidos sí que se pueden extraer varias reflexiones. La primera de ellas, que los bloques de izquierda y derecha están paritarios: (PP, Vox y Ciudadanos) ha obtenido un 42,69% de los votos, mientras que (PSOE, Unidas Podemos y Más País) suman el 43,24%. La segunda, que contra más azuzan los partidos constitucionalistas a los nacionalistas e independentistas, más suben estos últimos. Y la tercera, que todo lo recalcitrante cansa y crea hastío. Y para muestra un botón: según los datos registrados, la participación en las elecciones del 10-N ha caído casi seis puntos con respecto a los comicios que tuvieron lugar el 28 de abril. Lo cual es natural, hemos tenido cuatro elecciones generales en cuatro años y la mano que lleva el sobre electoral se empieza a agotar. ¡A ver qué pasa!