Uno de los peores servicios de Franco a la patria ha sido tratar de enaltecerla con una versión kitsch, para adoctrinamiento, de la historia de España. Simplificada, falseada y embutida como comida para gansos, esa versión, tras provocar un cólico de curso lento en gran parte de los intelectuales españoles, ha sido arrojada al inodoro, entre arcadas, y, lo que es peor, les ha arruinado el gusto. No será fácil decirles ahora (menos fácil aún que asuman la tarea) que entre sus obligaciones morales está la de restablecer con ponderación, o sea, sin la mala memoria del cólico, la historia del Imperio de la que el franquismo había hecho una historieta vulgar. Despojada del propio entramado historicista construido de adelante atrás, y puesta sobre los hechos viñeta a viñeta, se vería entonces su grandeza formidable, trufada de los episodios siniestros habituales en cualquier historia.