Los plenos municipales, tal como están configurados, carecen de interés porque los asuntos a tratar han sido previamente cocinados, al margen del grupo que obtuvo la mayoría en los comicios locales. En términos democráticos, se ha ahogado un espacio de libertad y se ha quebrado socialmente la decisión del vecindario. Son resuellos de treinta ños de gestión socialista municipal en La Coruña, época de políticos, algunos todavía en activo, que conocían los pasos de memoria y no tenían otros compromisos que consigo mismos. Hace poco, los mareantes exigieron a la Alcaldía tener más visibilidad, puntualmente, cuando el PP reclamaba la rebaja del IBI. Desde entonces, hay otros hechos llamativos publicitados que despiertan la atención del ciudadano: el sobrecoste de la cubierta del Estadio de Riazor, pese a la advertencia del Interventor municipal y sin contar con el asenso del órgano de contratación, además de la aprobación de la primera fase de los Presupuestos, sin contar con el PP. Todavía siguen vivaqueando "plataformas" de los "mismos" con distintos lemas, pese a que, por ejemplo, la reversión del suelo litoraleño y de la Maestranza se resolverá institucionalmente como corresponde. La comunicación entre los polígonos es una necesidad apremiante y ya se habla de la cuarta ronda, que nos trae a la memoria los avatares de la tercera (ronda), todavía a la espera de la curiosidad del investigador como agente ilustrador del ciudadano sobre la génesis de su trazado. El informador, no solo ha de hacer descubrimientos, sino también dar a conocer lo que otros saben y, en ocasiones, guarda celosamente. Sogama, Nostián, Someso, Ofimático, la depuradora de Bens, son casos que no debieran haberse producido. Falta un perfil de la ciudad y no resulta seguir la pauta de los antecesores, arbotantes del actual Gobierno local, en el que se advierte la ausencia de un liderazgo de prestigio y ascendencia, es decir, de ser algo por sí mismo, que contagie al ciudadano y le libere de servidumbres no elegidas, que sangran sus bolsillos.

Se pretende conseguir que el entorno de la Torre sea declarado Espacio Natural de Interés local. Convendría apuntar más alto y pedir que el patronazgo de la Unesco se extienda además al puerto y se incluya la incomparable Avenida de la Marina. Pregunten al exministro César Molina, por ejemplo.