Por iniciativa de la Unesco, el tercer jueves de noviembre de cada año se celebra el día internacional de la Filosofía, con la finalidad de recordar la importancia de esta disciplina para el desarrollo del pensamiento y la formación intelectual de las nuevas generaciones. La Filosofía -"amor a la sabiduría" en griego- constituye un saber transversal a las diferentes ciencias, ideologías, credos y culturas, ya que anida en la universal capacidad del ser humano para reflexionar sobre todo lo que le rodea y también sobre sí mismo. Esta dimensión reflexiva y autorreflexiva, a la que Ortega denominó "ensimismamiento"en contraste con el estado de "alteración" en que nos hallamos sin ella, siempre ha sido necesaria, pero ahora lo es más que nunca frente a la aceleración de la vida cotidiana y al poder hipnótico de una tecnología que nos absorbe. Como en el mito de la caverna, la Filosofía sigue ayudando a salir de la prisión de la ignorancia y de las apariencias. Recordemos brevemente la alegoría platónica: en el fondo de una cueva, unos prisioneros que nunca han visto otra cosa, pasan la vida observando solo sombras que creen la única realidad, hasta que uno de ellos se desata de sus cadenas y sale al exterior, donde contempla la verdad y cae en la cuenta de la situación alienada de sus compañeros de prisión a los que intenta rescatar. El preso liberado simboliza al filósofo, que deja de atender a la ficción para volverse hacia lo real. Se trata de superar condicionamientos y manipulaciones, orientarse hacia las cosas mismas y realizarse como seres humanos. La Filosofía no es un lujo, sino un aspecto fundamental de nuestra existencia al que no podemos renunciar.