El gobierno chino ha actualizado el código de buena conducta que deben seguir todos los ciudadanos. Desde cómo comportarse en un espectáculo deportivo a la obligatoriedad de rendir pleitesía al supremo líder, Xi Jinping, se trata de un catálogo de excéntricas normas que uno podría esperar de cualquier régimen totalitario que intenta controlar todas las esferas de la vida de sus súbditos. Pero hay más. Tras la muerte de Mao, China sustituyó la economía marxista por un sucedáneo de capitalismo planificado que le ha permitido impresionantes tasas de crecimiento. Pero el modelo empieza a tocar fondo debido a una serie de problemas estructurales con trasfondo ético y antropológico. Por eso Beijing intenta recuperar aspectos de la tradición china que el comunismo sepultó.