No es bueno el clima de concordia entre las naciones llamadas a participar en la Cumbre del Clima que tiene lugar en Madrid después de renunciar Chile a su organización por causa de los violentos disturbios callejeros. Las naciones más poderosas, que suelen ser las más contaminantes (Estados Unidos, Rusia, China, India, Brasil) se han negado a acudir o enviaron representantes diplomáticos de segundo nivel, lo que limita gravemente la adopción de las medidas necesarias para contener el avance del calentamiento global. Y los informes de la comunidad científica internacional son cada vez más preocupantes. "En algunos aspectos estamos en un punto de no retorno „dijo Patricia Espinosa, responsable de cambio climático de la ONU„. Por poner un ejemplo, lo que nos dice la ciencia es que si seguimos así vamos a perder todos los corales que, como se sabe, son un reservorio de muchas especies. Y algo parecido cabría deducir de lo que está pasando con los huracanes del Caribe cada vez más destructivos. Ya no se trata de saber cuándo va a haber un huracán, sino de a quién le va a tocar sufrirlo". Otro síntoma de los efectos perversos del cambio climático, según Espinosa, son los masivos desplazamientos de la población africana por causa de la extensión de los periodos de sequía. Las evidencias están por todas partes, pero aún quedan personas que prefieren negarlas, tanto en el ámbito del poder político y financiero como en el de los medios de comunicación de masas. Entre otras cosas porque el cambio del modelo energético (carbón y petróleo principalmente) podría representar la pérdida del control sobre ese entramado de intereses. Ahora mismo, no es posible adivinar cómo se desarrollará en el futuro inmediato ese proceso global, uno de cuyos factores, pero no el único, será la evolución de la conducta humana y de sus elites. Una especulación muy pesimista en este momento si consideramos que al frente de la tropa negacionista están algunos individuos de escasa talla intelectual y moral como Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América del Norte, y Jair Messias Bolsonaro, presidente de la República de Brasil. Sin olvidarnos, claro está, de otros como Vladímir Putin o Xi Jinping. Mientras eso sucede, en los medios especializados en coger el rábano por las hojas, quiero decir en colocar lo anecdótico por delante de lo principal, centran su atención en seguir la travesía atlántica, a bordo de un catamarán, de la jovencísima activista sueca Greta Thunberg (16 años) que pretende llegar a Madrid antes de que se clausure la Cumbre del Clima por medios no contaminantes. (Muy oportunista y hábil para chupar cámara, el presidente de la comunidad autónoma de Extremadura se ha comprometido a llevarla en coche eléctrico un tramo del recorrido que pase por su territorio una vez desembarque en Lisboa. Una iniciativa, por cierto, contestada por ecologistas extremeños que denuncian la destrucción de una montaña para extraer mineral utilizado en la fabricación de esa clase de vehículos). Cominerías al margen, hay que expresar preocupación por la fuerza de los negacionistas. A Giordano Bruno, a Galileo, a Miguel Servet, les costó la vida, o la marginación, proclamar clamorosas evidencias frente la intolerancia religiosa y la ignorancia.