En tiempos, los tratantes de mulas se tenían por la imagen mejor de quien, recurriendo a la palabrería, intenta engañarte. Como ya mulas no hay, ni se comercia con ellas, recurrimos ahora al vendedor de motos que a todos los efectos viene a servir de modelo de lo mismo.

No sé yo si será una moto o una mula la que nos quiere vender el equipo del presidente en funciones en busca de un acuerdo para poder investir a Pedro Sánchez. Se diría que la cuestión de buscar los apoyos parlamentarios precisos apenas tiene misterio pero las noticias que llegan día sí y día también demuestran lo contrario. Cuando se escribe esta cuartilla los diarios hablan de cómo la mano derecha del presidente y demiurgo de su comisión negociadora, José Luis Ábalos, urge a Esquerra Republicana de Catalunya a firmar el acuerdo mientras que el propio Sánchez se dispone a reunirse con Casado y Arrimadas. En cualquier país normal eso sería del todo lógico y pertinente pero España es cualquier cosa salvo normal y, de ese baile de candidatos para acompañar al interino hasta su investidura, se desprenden efectos colaterales que resultan estar en las antípodas. Porque si el PSOE lograse pactar con Esquerra, el acuerdo -según este último grupo- sería no tanto para convertir a Sánchez en presidente como para resolver el conflicto político de Cataluña, cosa que significa lo mismo que permitir que se celebre un referéndum sobre la independencia. Y la alternativa, la de un pacto con el Partido Popular y Ciudadanos, incluiría lo opuesto: el aplicar la Constitución tal y como está ahora mismo, siendo así que prohíbe consultas de ese tipo.

Habrá quien, instalado en la ingenuidad propia del interlocutor del tratante en mulas piense que la verdadera alternativa de los socialistas sería la de escorarse hacia la izquierda o la derecha, en la hipótesis de que el acuerdo con Podemos y ERC lleva a políticas digamos más sociales. Pero eso, ¡ay!, tropieza una vez más con la Constitución habida cuenta de que se reformó para que, a partir del día 1º de enero próximo, sea obligatorio sujetar la Ley de los Presupuestos Generales del Estado a los ajustes que imponga Bruselas. Y quien introdujo esa reforma fue el propio PSOE de la mano del infausto presidente Zapatero. Izquierdas, las justas.

Con lo que resulta todo un misterio de qué manera nos van a maquillar la mula para que se la compremos a los interinos permanentes. Ni con la mayor labia del mundo cuelan ya las promesas que, día tras día y en sentidos opuestos, nos va soltando el candidato Sánchez. Hay quien sostiene que, en tal situación, el panorama apunta a unas nuevas elecciones pero cabe albergar muchas dudas acerca de si eso podrá arreglar algo mientras no se reforme el reglamento electoral. Con lo que el verdadero dilema consiste en saber si nos venderán la mula blanca o la mula parda.