El Ayuntamiento de León quiere alterar el mapa autonómico con una iniciativa de los grupos de PSOE, Podemos y Unión del Pueblo Leonés para formar, junto a Zamora y Salamanca, una comunidad separada de Castilla porque, dice el alcalde socialista, al cabo de casi cuarenta años no se sienten integrados en la actual Castilla y León. La noticia remueve la memoria y muestra algunas preguntas sin respuesta que dejó en el aire para siempre el establecimiento de nuestro mapa autonómico allá en los primeros ochenta. El 16 de abril de 1980 la Diputación de León aprobó la iniciativa requerida constitucionalmente para sumar la provincia a la comunidad castellanoleonesa en formación, pero el 13 de enero de 1983 la misma Diputación se desdecía revocando el acuerdo anterior porque quería a León constituida en comunidad autónoma uniprovincial, pretensión que frustró el TC con la sentencia 89/1984. No pudo ser, como tampoco pudo ser la similar pretensión de Segovia y en cambio sí se decidió que Logroño provincia amaneciese La Rioja autónoma y uniprovincial como Cantabria y Murcia y Navarra y Madrid. También pudo haber dos Andalucías y pudo haber Región Berciana. Nada de extraño hay en estas decisiones políticas y administrativas porque mirando hacia atrás encontramos en España asociaciones regionales de muy diversa composición provincial, pero es verdad que bastante hubo de echar los dados y de forzar identidades y de una jurisprudencia constitucional continuada muy creativa en todo el desarrollo del Título VIII de la CE. Clamor, clamor hubo, sí, pero localizado muy desigualmente, muy estimulado por las élites locales e incentivado con sillones y dineros, seamos sinceros, y en ese sentido lo de León tiene su aquel porque el Ayuntamiento ha puesto de manifiesto que León ahora con Zamora y Salamanca, en el 83 era sin compañía, se considera en 2020 capaz y merecedor de formar la decimoctava comunidad autónoma española, por historia grande y coronada y porque dice llevar años pagando los excesos del centralismo pucelano. No sé cómo acabará la cosa, son tres provincias grandes en kilómetros cuadrados que pierden población cada año, Zamora la que más de España, y la economía de las tres no es de las que más pita, pero no le veo mucho recorrido a la iniciativa municipal.

El asunto se presta a alguna reflexión política sin segundas intenciones que estamos en Navidad. La primera afecta al PSOE, a su modelo federal y a su reforma constitucional ahora hibernada. Quizás la cosa le interese a Sánchez como pieza de distracción del asunto principal que les ocupa. Los socialistas, de momento, tienen un embrollo que les está enfrentando en la comunidad y que puede no ser de fácil solución porque esto de las reivindicaciones localistas está pasando de costumbre a problema nacional y si no lo creen, cuenten los grupos de esta naturaleza que hay en el Congreso y el abanico de peticiones que dirigen a Sánchez. También Podemos podría ahora apoyar la autodeterminación que pedía para todos. Sus vínculos zamoranos abundarían en el apoyo. Y está la reforma siempre pendiente del Senado que los socialistas quieren como el Consejo alemán compuesto de miembros de los gobiernos de los Länders y en consecuencia sujetos a sus instrucciones como los embajadores a las de los gobiernos de sus Estados. Si lo de León prospera y llega a gobernar la Unión del Pueblo Leonés, el Senado sería una cámara de mucho colorido regional y provincial si también prosperan otros localismos en la misma dirección. No sé si es la querencia cantonal, las taifas medievales, o que el Estado constitucional ha descuidado la acción integradora y ha promovido en exceso la centrifugación política y territorial. De todo habrá habido seguramente. Feliz Navidad y un 2020 algo menos movido que el que acaba.