La Unión Europea tiene la ocasión de asumir un liderazgo, al menos moral, en la reducción de la producción de GEI. Los planes de la nueva presidenta de la Comisión, Von der Leyen, incluyen que Europa prescinda de los combustibles fósiles en 2050 y que en 2030 se hayan reducido las emisiones a la mitad. No es fácil, por la resistencia de algunos de los países del Este. Pero la batalla merece la pena. El planeta necesita liderazgo para afrontar este gran reto.