La victoria por mayoría absoluta obtenida por Boris Johnson en las elecciones británicas, el pasado mes de diciembre, despeja las dudas sobre el futuro del Brexit.

El Reino Unido saldrá de la Unión Europa el próximo 31 de enero y los británicos abrirán una nueva página de la historia en la que son más las incertidumbres que las certezas. Es una mala noticia para la construcción de una Unión Europea que asiste perpleja al auge de los nacionalismos populistas cargados de promesas utópicas.

Son varios los factores que explican esta victoria. Johnson, a pesar de su perfil atrabiliario y polémico se presentaba con una propuesta clara frente al cansancio social por el pantano del Brexit, y ha trabajado a fondo en la campaña electoral estimulando las emociones de una sociedad que ha acudía mayoritariamente a las urnas.

Otro factor ha sido la incapacidad del candidato de la oposición, Jeremy Corbyn, de proponer una alternativa realista y creíble. El rancio radicalismo de Corbyn y sus ambigüedades en torno al Brexit, ha hundido a los laboristas en sus tradicionales feudos del norte obrero.