Nuestra alcaldesa ha efectuado unas amplias declaraciones (LA OPINIÓN, 05-01-20) que, por su índole institucional, ratifican su programa de gobierno. Por el formato, estas expresiones in extenso, suelen tener demasiada espesura, tanto por su previsible elaboración (de gabinete) como por la prudencia, ponderación y el deseo de ajustarse en decir lo que se debe, Doña Inés Rey hace balance de la actuación municipal, cuasi cosmética, dado el escaso tiempo en el cargo y sugiere un dédalo de ofertas, de problemas anacrónicos, muchos de ellos del eterno reinado socialista de Vázquez que, ahora (la alcaldesa) promete enfrentar con el gobierno amigo de Sánchez y con la Xunta de Galicia. En el alabeo de la comunicación al uso, Doña Inés recurre al vernáculo, seguramente, en homenaje a la cortesía agraria, que utilizó en tiempos el PSG, en buena praxis con la colaboración de cabildantes polígrafos de una sola mano. Bien distante, la alcaldesa de su antecesor, que no tuvo empacho en consignar: "La Coruña proyecta lo que es y no aquella ciudad pija del Centro, mentira de cartón piedra" (sic). Es este un ejemplo de la conveniencia de los gobernantes en excogitar sus palabras, de empaparse de la historia (coruñesa) y valorar como la burguesía gallega, la coruñesa, tuvo decisiva influencia a mediados del siglo XIV. Nunca ha habido en La Coruña complejo social „recuérdese a nuestras cigarreras, a las sufridas y potentes exportadoras de pescado, etc.„ porque nuestra ciudad siempre fue una ciudad hospitalaria, abierta a todas las culturas; nunca pretendió la beligerancia, como se registra en personajes, tal vez, porque no habían nacido o estaban en la guardería.

Doña Inés Rey está muy empeñada en el Área Metropolitana, que continúa siendo una entelequia. Cuenta con muchos alcaldes-salpicón, reciclados varias veces, con quienes cualquier forma de entendimiento demostrará que lo peor es lo cierto.