En diciembre llega la Navidad y la generosidad reina en el ambiente. Papá Noel reparte regalos a niños y a los trabajadores de las cárceles españolas que se hayan portado bien. En prisiones, los obsequios vienen bajo la forma de lo que se denomina coloquialmente como bufandas; es decir, unos pagos únicos y extraordinarios que se efectúan con cargo a un remanente económico generado a lo largo del año. Infelizmente, la magia del bondadoso viejecito no es suficiente para obsequiar a todos. En el año 2017, Instituciones Penitenciarias aprobó el reparto de más de un millón de euros exclusivamente entre directivos quedando olvidados el resto de trabajadores. Como no podía ser de otra manera, las OOSS denunciaron tal hecho y obtuvieron una respuesta favorable de los tribunales, lo que no impidió, que al año siguiente, se produjera un reparto similar...

Ya en el 2019, y con una sentencia en su contra, la Administración amplió el número de receptores de dichas bufandas incluyendo también a una pequeña representación de los funcionarios 'de base'. Probablemente, intentando eludir posibles recursos judiciales futuros al actuar de una manera más justa o, por lo menos, pareciéndolo. Sin embargo, dicha resolución ha generado una gran controversia entre los trabajadores por diversas cuestiones. Por un lado, se consideró merecedor de dicha remuneración a personal sanitario, directivos y predirectivos por el mero hecho de desempeñar su puesto, sin ningún tipo de valoración respecto a rendimiento, interés, logro de objetivos, etc. Por otro, la Administración, amparándose en la Ley de Protección de Datos, se negó a ceder información sobre la identidad del resto de perceptores, las cuantías recibidas o los motivos por los que se agasajó unos trabajadores respecto a los demás. Sin cuestionar el mérito de los beneficiados, hay que reseñar, que el secretismo conlleva sospecha, sea fundada o no. Se podría llegar a pensar que, tal vez, no se hayan seguido criterios justos u objetivos a la hora de elegir a los mismos.

Sin embargo, algunos compañeros no han querido ser partícipes de este oscuro juego y no solo se declararon públicamente como receptores, sino que, además, decidieron donar el importe a favor de la defensa de unos funcionarios recientemente expedientados al intentar defender a todo el colectivo de prisiones. Indudablemente, un gesto admirable al alcance de muy pocos... Este hecho me contagió del espíritu navideño e hizo que me plantease, con cierta inocencia, la posibilidad de que se repartiera los remanentes de años venideros de manera equitativa entre todos los trabajadores... Si así fuera, ni Papá Noel ni los directores de las cárceles tendrían que valorar si hemos sido buenos, o no. Todos obtendríamos nuestro regalo, no sería el irrisorio importe resultante a cada funcionario, sino la confianza que aportaría a las plantillas el saber que la Administración procede, de una vez por todas, de una manera justa y, sobre todo, transparente.