El socialismo gallego está exultante con el nuevo Gobierno de Sánchez. Los nacionalistas del Bloque pretenden a su vez "poner a Galicia en el mapa" y el PSdeG en su conjunto no pierde el viaje para que su líder, Gonzalo Caballero, exprese, de modo incandescente, el deseo de desplazar a Feijóo de la Xunta. Sobre las deudas del Estado, silencio, y del programa estrella del mandatario autonómico „la llegada del AVE„ devaluación progresiva. El delegado del Gobierno, a lo suyo, "nadie ha hecho tanto por Galicia como el actual presidente". En el Parlamento, El Hórreo, ha crecido la otoñada en escaramuzas, en las que el líder del PSdeG se lleva la palma como un hierofante ajeno al glamour ideológico. Todas las miradas se fijan ahora en José Luis Ábalos, antes ministro de Fomento, ahora de Transportes y Movilidad, de cuya cartera dependen las cuantiosas peticiones formuladas en la campaña electoral por los gobernantes autonómicos. Ábalos, con un lenguaje condescendiente, desconoce los monosílabos negativos, sabedor de que los escollos económicos le impedirán complacer la incalculable demanda. Ábalos, hombre de conceptos, más que de percepciones, siguiendo la tónica de José Blanco, no podrá maquillar, sin embargo, la zoolítica errática tronca ni la cuota esparcida demagógicamente sobre prioridades imaginarias. En un mundo en el que prima la abundancia de datos se valora poco el conocimiento, los eslóganes partidarios vienen a ser sintagmas que solo buscan el impacto mediático para esconder sus miserias y su pobreza lingüística.

Otrosí digo

Siendo alcalde, don Javier Losada se congratulaba de que el Ayuntamiento coruñés hubiera sido autorizado a endeudarse un 30% más (su déficit, 77.584 millones de euros, era el mayor de Galicia) y consideraba que la autorización concedida por el Estado era una gran noticia, merecedora de la foto y de los titulares mediáticos. Zapatero era un águila para la publicidad. Horas después de reunirse con Mohamed VI, que solo le ofreció té y simpatía, declaró: "Lo que importa es la foto". A esta clase de conformismo los sociólogos llaman "heteronimia" (minoría de edad).