Hace dos semanas que tomaron posesión y ya tienen trabajo los ministros. Sánchez les dejó lo del pin parental para arremeter contra una medida que merece un tratamiento más calmado que es el que pide el artículo 27 de la CE. En él se atribuye en la educación un papel importante a los poderes públicos y a los centros, pero se garantiza el derecho de los padres para que sus (posesivo) hijos reciban la formación religiosa y moral que está de acuerdo con sus propias convicciones. Si el asunto se trata sin embestir probablemente se pueda resolver sin daño para nadie y sin que por ello se consienta el derecho a educar en serie a las futuras camadas negras. Ganaríamos bastante relativizando las cosas porque la formación, o lo contrario, sobre asuntos morales la viven los niños y adolescentes en sitios distintos al colegio, en casa, por ejemplo, y con apretar un botón. Con las subidas pactadas del SMI y de las pensiones el Gobierno acierta aunque no hay que olvidar que Rajoy pactó en 2018 esas subidas escalonadas y condicionadas a un crecimiento del 2,5 y a la creación de 450.000 empleos que algo deben a su reforma laboral, esa que los nuevos ministros quieren derogar, toda entera o en parte. Esperemos a conocer los efectos de las subidas sobre el empleo, sobre el empleo en el hogar no sé si hay estadísticas fiables pero el runrún habla y no para sobre el aumento de las bajas y de la economía sumergida, y la productividad porque de los economistas, como de los juristas, se leen cosas bien dispares al respecto. Y cuando el Gobierno se las prometía felices, porque las subidas alejan por un tiempo la conflictividad social, como las masivas ofertas de empleo público anuncian tranquilidad en sectores clave como la sanidad, llegó el confuso enredo de Ábalos y la vicepresidenta venezolana en Barajas. No sé si el centroderecha acierta o se equivoca poniendo el grito en el cielo y pidiendo dimisiones. Lo lógico es investigar el enredo y pedir la comparecencia del ministro en el Congreso, la suya, la de Marlaska y la ministra de Exteriores. Del asunto han tomado nota en la UE y en la Casa Blanca, pero Sánchez ya ha comparecido entre viaje y viaje para quitar gravedad a los hechos y condecorar a Ábalos.

Para Sánchez son episodios menores que no inquietan su posición. Otra cosa es, cómo no, el dichoso Torra y su empeño en dificultarlo todo. Torra y el independentismo piensan que el Estado no se atreve a ir en serio contra ellos por aquello de la opinión pública europea y española, de los tribunales de aquí y de allá y, en fin, por aquello de que Iceta y los suyos son de casa, son, como decía Arzalluz, de los nuestros. Torra ya debería estar en su casa sin escaño y sin presidencia y lo que asombra e indigna es, una vez más, constatar cómo desde el independentismo se responde a cada paso del Estado de Derecho con excusas de mal pagador y argucias de picapleitos, pareciendo el Estado lento y maniatado por sus propias normas. Y así van pasando los meses y los años desde los primeros y más graves movimientos de ruptura constitucional protagonizados tranquilamente y con todo desparpajo por el independentismo. El 23 de enero de 2013, aprobaba el parlamento catalán la primera declaración soberanista y al cabo de 7 años Sánchez sigue empeñado en entrevistarse con Torra, e Iglesias en dialogar y dialogar, expresando su deseo de ver a los líderes independentistas fuera de prisión y negociando. Para este viaje...