Los bares y restaurantes en Washington ofrecen menús especiales para seguir el impeachment a Trump. Los procesos de destitución se siguen en Estados Unidos, de Pascuas a Ramos, como una fiesta de la democracia. Aunque hasta ahora el único que realmente tuvo éxito de ellos no llegó a iniciarse, sí ejerció, sin embargo, un enorme poder disuasorio para que Nixon no siguiese en la Casa Blanca. Antes de que lo echasen, Tricky Dick, uno de los gobernantes más mentirosos de la historia, decidió irse él acosado por el escándalo Watergate.

La tarde del 8 de agosto de 1974 en que se dirigió a los americanos para anunciar su dimisión, yo no hacía mucho que había alcanzado la mayoría de edad y me hallaba comiendo unas almejas con un amigo y su familia en un restaurante de un lugar que ya no recuerdo entre Brockton y Plymouth, que con el Cape Cod conforman la almendra del estado más kennedyano de la Unión. Las almejas con mantequilla se enfriaron y volvieron a salir otras de la cocina mientras las mesas festejaban con champán la huida del bellaco. Massachussetts había sido el único estado en el que en las elecciones de 1972 Nixon no se había impuesto a McGovern. Un periódico tituló entonces Nixon 49, Massachussetts 1 y el Globe de Boston replicaría dos años después: Estados Unidos 50, Nixon 0.

Trump es otro de los presidentes de la historia bajo sospecha, pero al final existe el recelo de que no pasará nada. En vez de marcharse como Tricky Dick intenta obtener beneficio electoral del juicio político. Como los tiempos ahora son otros distintos puede que, si no lo echan, consiga hasta un segundo mandato.