Nacer es cada día más seguro. Y todo ello gracias a que, en la actualidad, la mayoría de las mujeres dan a luz en centros hospitalarios, en donde disponemos de grandes avances obstétricos. Ahora bien, toda esta seguridad se ha traducido en un planteamiento más tecnológico del parto, que por otra parte no parece gustar a un amplio sector de población, que aboga por el fomento del parto desmedicalizado. De hecho, en muchos hospitales las parturientas tienen la posibilidad de elegir entre dar a luz, o bien recurriendo a una asistencia instrumentalizada, en la que se incluya la analgesia epidural, o a otra con la menor intervención obstétrica posible, incluso, en algunas clínicas, con la posibilidad de optar por llevar a cabo el período de dilatación en el agua.

Y es que los tiempos cambian. También las modas. Porque, si hasta hace poco la mayoría de las mujeres pedían la cesárea por temor al parto y a posibles complicaciones, los últimos acontecimientos parecen indicar que, a partir de ahora, un pequeño porcentaje comenzarán a demandar los alumbramientos espontáneos. O sea, menos cesáreas y más nacimientos no inducidos mediante el uso de oxitocina (hormona que estimula las contracciones) y sin episiotomías (corte realizado en el periné con la finalidad de ensanchar la salida vaginal y disminuir el riesgo de desgarros).

Lo cierto es que la teoría, como siempre, suena muy bien, pero hay que tener en cuenta que, hasta la llegada de su medicalización, muchas mujeres morían durante el parto o padecían complicaciones de por vida. Y no digamos de la mortalidad perinatal. Hace 50 años, de cada 1.000 recién nacidos fallecían 35. Actualmente, la cifra se ha reducido a 6.

Por eso, promover la autonomía y participación de las mujeres en el nacimiento de sus bebés es, sencillamente, maravilloso, pero siempre y cuando estén debidamente preparadas y conozcan al pie de la letra las complicaciones que pueden acarrear estas nuevas modas. Porque, las personas que trabajamos en el campo de la obstetricia, sabemos que los partos dan muchas sorpresas. Y al final, el peso de la responsabilidad recae, como un pesado muro, sobre nosotros que, en definitiva, solo queremos bebés saludables y madres sanas.

Por eso, ambientes favorables y placenteros para madre y recién nacido, sí, pero con conocimiento de causa. Porque cambiar seguridad por comodidad en un proceso que dura tan solo unas horas, ¿no les parece un tanto imprudente?