El Ayuntamiento de A Coruña ha prohibido, por fin, la práctica del botellón en los jardines de Méndez Núñez, un espacio central en la ciudad y uno de sus mejores parques. Creado en 1868 como lugar de reunión y paseo de los coruñeses, siglo y medio después palidece por las perniciosas consecuencias del botellón, con graves efectos sobre la salud de sus árboles centenarios, víctimas del vandalismo. Después de diez años de botellón y degradación continua en estos jardines históricos, el Gobierno local ha adoptado la acertada decisión de prohibirlo, una medida que se hizo efectiva este mismo jueves y que los Ejecutivos municipales anteriores, erróneamente, no se atrevieron a adoptar.

El veto al botellón en los jardines con su declaración como zona de especial protección nada tiene que ver con el aplicado en 2008 en las plazas del Humor y de Azcárraga y las vías próximas, en 2009 en Santa Catalina y calles del Orzán, y en 2011 en el conjunto de la Ciudad Vieja. Aquellas prohibiciones surgieron de las molestias que las concentraciones de cientos de personas en las calles ocasionaban a los residentes. Y no fueron fruto de una iniciativa directa del Ayuntamiento, sino de la presión vecinal, harta de que la inacción municipal les impidiese conciliar el sueño por las noches por el ruido en la calle. A diferencia de estos casos, en los jardines de Méndez Núñez, alejados de viviendas, el ruido no es el problema, sino la necesidad de preservar un espacio único y de alto valor patrimonial. De hecho, el Ayuntamiento ha tramitado, es cierto que hasta ahora con poca voluntad, la declaración del parque como Bien de Interés Cultural, un reconocimiento incompatible con el botellón.

Los informes de la Concejalía de Medio Ambiente en los que se apoya la declaración de los jardines como zona de especial protección dejan patente la necesidad de "adoptar una medida de protección que impida que continúe el grave deterioro que ha venido soportando este espacio en los últimos años". El ingeniero agrónomo Pedro Calaza advierte en su dictamen: "Resulta inadmisible que se siga permitiendo ese uso [el botellón] en un jardín histórico y no se protejan sus valores históricos ni botánicos. Si no se controla el uso, en poco tiempo se habrá perdido una parte de la historia de la ciudad a la vez que se habilita un sitio para el consumo de alcohol por parte de los jóvenes". El objetivo, consta en la resolución aprobada por la Junta de Gobierno Local este miércoles, es "revertir la situación de abuso del espacio público" en los jardines.

El jefe accidental de la Policía Local, José Antonio Brandariz, señala en su informe que, "en un día normal", se concentraban unas mil jóvenes en el botellón de Méndez Núñez. Y, por este orden, las principales infracciones detectadas por el 092 son personas que orinan en la vía pública; vandalismo y peleas; y consumo de alcohol por menores. Es en ese último punto en el que la prohibición del botellón debe ir acompañada de nuevas medidas para ofrecer una sensibilización y una alternativa de ocio que reduzca el consumo de alcohol entre los jóvenes.

"No se puede prohibir sin dar alternativas. Y estas tienen que estar consensuadas con los jóvenes", apunta la socióloga y exconcejala socialista Obdulia Taboadela, que defiende la prohibición en Méndez Núñez y también que la solución al botellón debe afrontarse de forma "transversal y multidisciplinar", con las instituciones, pero también con los jóvenes, familias y vecinos. "Los jóvenes „argumenta„ no solo no deben beber en Méndez Núñez, sino que no deben hacerlo en ningún sitio".

En la práctica, las sucesivas prohibiciones del botellón en A Coruña han ido trasladando el problema de un lugar a otro, sin reducirlo, solo desplazándolo. Por eso Medio Ambiente sostiene que sería "conveniente" acciones "preventivas en otros espacios públicos del entorno de la Pescadería susceptibles" de ser el destino de los participantes en el botellón de los jardines. A ello se ha dedicado la Policía Local en los primeros días de la prohibición.

El combate contra el botellón no debe limitarse a la decisión de prohibirlo en un lugar concreto. Requiere que el Ayuntamiento lidere una solución desde el punto de vista de la prevención y la salud pública, para reducir el consumo de alcohol. A Mesa polo Lecer Saudable, creada por la Administración municipal, puede servir como punto de partida, buscando la implicación de educadores, familias y jóvenes, e incluso del resto de partidos políticos, porque la solución debe ser común, e importando programas de éxito, como el de Islandia. Ese debate debe tener un análisis previo, evidentemente, pero no debe anclarse en la teoría, sino pasar cuanto antes y con paso firme a la práctica. De lo contrario, la lucha contra el botellón no será más que moverlo de un lugar a otro.