Feijóo ha entrado en campaña, de cara a los comicios de fin de año, tal y como se desprende de su viaje a Uruguay con escala en Buenos Aires. Parece que la excursión no ha gustado al líder socialista regional Gonzalo Caballero que, estamos convencidos, no tardará en cruzar el Atlántico con el mismo objetivo. Difícil tarea la suya, la de mantener una política de intransigencia en los principios y tolerante en los compromisos. Socialistas y nacionalistas han gobernado juntos en Galicia, parecen no recordarlo, tanto, que no solo han olvidado sus andanzas, sino que pretenden que los demás las olvidemos. Los bipartitos son un gobierno dentro de otro, cuya inflación de cargos y emolumentos acaban con el presupuesto y esterilizan la gestión. En el de Touriño-Quintana se daba el caso chusco que para un mismo acontecimiento los periodistas recibían dos invitaciones distintas, a veces no coincidentes en el horario. El ejemplo del Gobierno central resulta paradigmático con la leva de ministros y de nuevos altos cargos. Es una forma de amenguar la política por convicciones encontradas, como lo evidencian aquellos que hasta hace pocos días eran las voces más críticas de la perversión de los anteriores gobernantes y ahora se enfangan en lo mismo. Decía Donoso Cortés: "Lo importante no es escuchar lo que dicen, sino averiguar lo que piensan". Entre los ciudadanos existe la inquietud de comprobar si el Gobierno de Sánchez se aventurará a recurrir a cualquier deterioro de la arquitectura estatal a cambio de apoyos coyunturales. La anécdota de la jornada de la apertura de la reciente legislatura fue la escenificación de los representantes de los nacionalismos periféricos. Juntos, para la foto "histórica", ofrecieron un cuadro de realismo mágico y patético a la vez. En su catalán vernáculo, Josep Pla dejó escrito: "El nacionalismo es como un pet, no més le agrada a qui se'l tira" .

Le recordamos a Gonzalo Caballero algunas personalidades socialistas que visitaron Argentina y Uruguay en época electoral: Touriño, los alcaldes de Vigo -de paso para La Habana-, el de Lugo, que perdió en Buenos Aires su bastón de mando; Javier Losada; los ministros Solchaga, Ordóñez, Cosculluela, Jerónimo Saavedra, Ledesma y un lector de la Universidade de Santiago, coincidente con el conselleiro de Cultura, que se disputaron su protocolaria precedencia a las puertas de la Casa Rosada.