Tras los primeros desvaríos acerca de su condición, y tras ser identificados como los parientes más próximos de Homo sapiens, se tuvo a los neandertales por una especie europea con presencia esporádica en el Próximo y Medio Oriente. Hace poco Lu Chen y colaboradores pusieron de manifiesto que, en contra de lo que se había deducido de la comparación entre los genomas de neandertales y humanos modernos, existe una cierta huella genética de Homo neanderthalensis en todos los nativos africanos pero debida a fenómenos migratorios en los que los propios neandertales no habrían participado. Aun así, hay pruebas sólidas de que emprendieron viajes aún más largos: hasta Siberia, nada menos.

La prueba de la presencia de los neandertales en la cadena siberiana de las montañas Altai „una cordillera que se extiende por tierras de cuatro países, Rusia, Kazajistán, Mongolia y China„ se obtuvo también por medios genéticos, al secuenciar el equipo de investigación del Instituto Max Planck de Leipzig (Alemania) dirigido por Svante Pääbo distintos huesos procedentes de la cueva de Denisova, en la zona rusa de las montañas Altai. Fue un trabajo en verdad sorprendente porque se identificó de tal suerte una especie desconocida a la que, por falta de fósiles capaces de poner de manifiesto su anatomía, aún no se ha podido dar nombre científico „se conoce de manera informal como los "denisovanos"„ e incluso se encontró un individuo híbrido resultante de la mezcla de un denisovano y un neandertal. Pero, como digo, la historia espectacular de las relaciones entre distintas especies humanas en la Siberia de hace alrededor de 50.000 años se reducía a los análisis genéticos: ni fósiles más allá de unos pocos dientes y fragmentos de dedo, ni huellas arqueológicas.

Hasta que Kseniya Kolovoba, investigadora del Institute of Archaeology and Ethnography (Rama siberiana de la Academia Rusa de Ciencias, Novosibirsk, Rusia), y sus colaboradores publicaron hace unos días en los Proceedings of the National Academy of Sciences los resultados de sus trabajos en la cueva de Chagyrskaya, situada en las estribaciones de la cordillera Altai. Hasta 90.000 artefactos del Paleolítico Medio y 74 fósiles de neandertales se han recuperado de terrenos con una edad que se sitúa entre 59.000 y 49.000 años.

El estudio realizado por Kolovoba y colaboradores de las herramientas de Chagyrskaya pone de manifiesto su gran parecido con las talladas por las poblaciones de neandertales de Croacia y del norte del Cáucaso. Ese hecho lleva a los autores a sostener que se debieron realizar dos distintos episodios migratorios de Homo neanderthalensis hacia Asia Central: uno muy antiguo, que corresponde a los ejemplares hallados en Denisova, y otro más reciente que llevó de nuevo a los viajeros desde Europa Central a las montañas Altai. No hubo un largo viaje de los neandertales a Siberia sino, al menos, dos.