Cuesta trabajo entender cómo es posible que a un partido con la experiencia política de Esquerra Republicana de Catalunya le haya robado la cartera un advenedizo como Torra, por muy presidente que siga siendo (o no). El valido de Puigdemont supo explotar con tanta habilidad la reunión que ponía en marcha la mesa de diálogo destinada a resolver (¿) el conflicto catalán que obligó a Rufián a recordar ante el público, en tono casi mendicante, que era ERC quien había impuesto ese encuentro entre pares. De hecho, el otro presidente, Sánchez, había brindado a los republicanos la oportunidad de sacar a Torra (es decir, a Junts per Catalunya) del escenario ofreciendo dilatar la entrevista hasta que hubiese un nuevo Govern salido de las urnas. Pero Rufián, siempre Rufián, se apresuró a llevar a la Moncloa la orden de que la reunión con Torra se celebrase ya porque ese era el acuerdo que había llevado a ERC a abstenerse en la sesión de investidura. Angelito. Dejar a tu enemigo que maneje los tiempos y las formas es un error de principiante. Debe ser por eso que, elección tras elección, las encuestas dan como favoritos a los republicanos y luego ganan los convergentes, incluso cambiando cada vez de nombre.

Torra organizó la entrevista con Sánchez a guisa de encierro de los Sanfermines, con retransmisión en directo y los cabestros llevando la batuta. Colocó al inquilino de la Moncloa donde quiso, allí donde Sánchez creía que no iba a salir la pancarta soberanista, para que luego el fotógrafo, con un encuadre oportuno, la hiciese aparecer. Torra no le dejó leer a Sánchez la agenda famosa de los 21 puntos despreciando semejante camino de negociación y remitiendo su trámite al Consejo de Ministros. Torra, según su propia versión, le hizo hablar a Sánchez del derecho a la soberanía, es decir, de un referéndum legal bendecido desde Madrid. Torra le sacó a Sánchez una batería de prebendas económicas de tal altura que ha levantado en armas a las demás comunidades autónomas. Y luego va Sánchez y, tras hacer una reverencia por cabeza interpuesta, declara que, en su opinión, el presidente Torra se ha quedado contento.

Quienes deberían estar que trinan son los republicanos porque son ellos los que le han puesto en bandeja a Torra la oportunidad de humillar a Sánchez sin la menor contrapartida a cambio, como no sea la de estarse ganando la consideración de botiflers. ¿Y van a apoyar encima los Presupuestos Generales del Estado para regalarle a Junts per Catalunya otro argumento más? Esquerra Republicana de Catalunya hace todo el gasto, tiene a su presidente en la cárcel, inhabilitado para cuando salga de ella, y solo se le ocurre manejar las bazas ganadas en la negociación para la investidura de Sánchez ofreciéndole a Torra el papel de galán de la película. Espero con verdadero interés la próxima comparecencia de Rufián. Ya solo le queda pedir para Puigdemont la medalla de mártir y héroe de la patria.