España, con la mayor comunidad de británicos en la Unión, con importantes intereses económicos en las islas y con el contencioso abierto de Gibraltar, se verá particularmente afectada tras la entrada en acción del Brexit. Pero habrá que mantener la cabeza fría, lo contrario de lo que supuso la victoria del Brexit, la gran victoria del populismo. Si la UE quiere sobrevivir y mantenerse fiel a su misión histórica, debe aprender de sus errores y preguntarse por la hostilidad con la que es percibida por una parte de la opinión pública. Eso incluye a los gobiernos, acostumbrados a ponerse las medallas y a culpar a Bruselas cada vez que toca tomar una decisión impopular. De este modo, con el tiempo, tal vez, se imponga la cordura, y este adiós al Reino Unido no sea más que un hasta luego.