El vodevil del ministro Ábalos y su fértil recurso disculpatorio tras encontrarse con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, en su escala en Barajas, vetada para sobrevolar cielos, visitar países de la UE, no acaba se cerrarse. El asunto ha llegado al Parlamento europeo y al Congreso y al Senado nacionales, donde el titular de Transportes y segundo cargo del PSOE tuvo que capear una dura inquisitoria, pese a contar con la poderosa colaboración de los suyos y de los distintos grupos políticos que secundan al Gobierno de Sánchez. Ábalos es un hombre que conoce in situ los movimientos revolucionarios de América Latina por su experiencia en el campo de la cooperación internacional, y era sabedor de que en Venezuela la siesta es sagrada y las visitas se hacen al anochecer. Y fue al anochecer cuando acudió puntual a la hora del arribo del avión con tan señalada política. Nada estuvo sujeto a improvisación, falló la discreción. En mayo próximo caduca el convenio de Defensa entre España y EEUU, cuya puntillosa política alcanza a valorar también a las relaciones de países asociados con regímenes, como el venezolano, a cuyo gobierno le mantiene bloqueadas las cuentas mundo adelante. Mientras, el éxodo venezolano continúa, los herederos de nuestras peonadas heroicas que fueron a tierras del Orinoco para dejar allí las huellas de su sangre, vuelven con lo puesto. La crisis les obliga a retornar convencidos de que no tienen futuro; venden sus propiedades, juntan sus diplomas y regresan a Galicia porque les resulta imposible sobrevivir bajo un régimen en el que la realidad y la legalidad siguen caminos distintos. La inflación voraz, el desabastecimiento y la escasez de fármacos acentúan el clima de caos, en el que la incapacidad gobernante no duda en acusar a la perversión foránea de las "fuerzas del mal" y en utilizar la rentabilidad victimológica como un catecismo progresista ("resarcimiento por los daños causados por los conquistadores durante 500 años"), mientras el pueblo huye de esa especie de manguala bolivariana, organizada contra los imperialistas.

Otrosí digo

Dicen que en las relaciones internacionales no suele haber casualidades. Por los datos expresados, Ábalos no fue elegido al azar. Insistimos, en el campo de las relaciones internacionales no hay casualidades, hay imprevistos.