Dentro de la extensa lista de cosas que no entiendo, hace unos días los medios se hicieron eco de una noticia que me dejó estupefacto: la rotonda del ebrio.

A ver, que una persona bajo los efectos del alcohol llame rotonda a una glorieta es comprensible. Pues son muchos los que lo hacen, aun estando en plenitud de sus facultades, o incluso utilizan los términos como sinónimos, que no lo son. Lo que no me parece de recibo es el argumento empleado, al llevársela por delante, diciendo que como a la ida no estaba, a la vuelta no la vio. Pues de siempre se dijo que una persona bajo los efectos del alcohol ve doble. Por lo tanto, lo coherente y mucho más creíble hubiera sido decir que vio dos y que intentó salvarlas pasando por entre ambas.