D el pasado efímero de Antonio Machado nos enseñó que el labrador del cielo aguarda y al cielo teme. Ahora ya no es por la lluvia sobre el olivar sino por las líneas blancas que trazan en el cielo los aviones de Airbus. El avión europeo recibió de la UE créditos por debajo de mercado hasta 2004 y a finales de 2019 la Organización Mundial de Comercio estimó el daño a la economía estadounidense -que compite con Boeing- en 6.900 millones de euros.

Como España fabrica componentes de Airbus en Toledo, Madrid, Cádiz y Sevilla, Estados Unidos ha impuesto aranceles -en compensación o en venganza- por mil millones de euros a los productos españoles que compra. A la aceituna le afectará en 560. El importador puede subir el precio del aceite de oliva español o dejar de comprarlo. El efecto mariposa del Airbus es una plaga para el olivo. El avión en el cielo y la aceituna, en el suelo.

El gobierno aprueba la tasa Google, pero no la va a cobrar hasta diciembre. Veremos. Las grandes tecnológicas no dejan de crecer por su talento innovador y por su habilidad fiscal, que les permite operar en tantos países con grandes beneficios sin pagar casi impuestos. España aprueba el impuesto y no lo impone por miedo a a los aranceles estadounidenses a los automóviles. Espera que decidan en conjunto la OCDE y la Unión Europea porque teme que Estados Unidos tarife en los dos sentidos: el de aplicar una tarifa y el de enemistarse y reñir.

La ley del Talión comercial retribuye el ojo por diente y el diente por pie, el avión por aceite y el móvil por el automóvil. La anatomía del mercado es rara y cambiante y por eso cualquiera puede ser víctima de reciprocidad inesperada y convertirse en la cara del puñetazo por haber sido la punta del pie en un glúteo.