Como la carrera es corta la aprovecha hablando deprisa y fuerte. Todo está mal y la culpa es de lo mal que se hizo la Transición; antes la real familia eran dos y ahora veintitantos; los americanos están detrás de todo, incluido el asesinato de Carrero Blanco, y Argala era solo un peón (habla de una reunión en París, y de la goma-2); ellos lo manejan todo en el mundo; está bien que la transición haya sido en paz, pero las fortunas que se hicieron durante el franquismo deberían haber devuelto al pueblo todo el dinero que robaron; etcétera. Su vehemencia radical parece saludable y de buena ley, pero no admite matices, ni yo al final lo intento. Me quedo cerca de esa esquina, le indico, y, mientras mira el contador, se disculpa: "¡vaya chapa! ¿eh?". Yo le digo que un trago fuerte es bueno para empezar el día, pago y le doy las gracias (con razón, pues he tomado nota mental, y ahí la dejo).