El lenguaje político al uso pretende acortar la distancia entre lo que se dice y la realidad, como se constata en las expresiones versutas que, a veces, ponen en dificultades a las ideologías para encauzar la razón; sencillamente, resulta (cuasi) imposible convencer al ciudadano que se hace lo que no se hace. A tenor de sus declaraciones periodísticas, nuestra alcaldesa transita satisfecha en aras de lograr ser la alcaldesa de todos los coruñeses. Noble propósito si no se pierde en disertaciones teodiceas, siempre susceptibles de ser mejoradas. Por sus altas responsabilidades resulta saludable mirarse en el espejo de los oponentes para no metamorfosear la realidad y dejar exergo al partido de la mayoría, incluso en la equipación ofimática. Vivimos en la cultura inclusiva o disociativa, en las confusiones gramaticales de géneros, gramatical y humano y, en lo político, aplaudimos a fabuladores de serie angustiados por el silencio. Losada, en su época de alcalde, recomendaba reducir el protagonismo de la oposición y "hacerse muchas fotos", a la vez que rescataba a viejos militantes para "colorear" su actividad epónima. Nuestra alcaldesa parece haber resuelto el asunto de la recogida de basuras y se dispone a mejorar el esmero urbano, seguridad, política barrial, extirpar la degradación de la zona del Orzán, etc., fórmulas aconsejables para hacer llegar al vecindario la fortaleza cívica de los actos municipales. Nos llama poderosamente la atención que la Xunta y el Ayuntamiento se hayan puesto de acuerdo para la gran ampliación del Chuac y mantengan pendiente el mercado y centro de salud de Santa Lucía que su desvencijada fachada todavía luce un cartel Coruña próxima; inversión 4,1 millones de euros, fecha de finalización 2018-19.

Como estaba previsto, el Estado es muy renuente a la hora de "hacer caja". Lo hemos comprobado con los solares de la Maestranza y lo comprobaremos con los resultantes de la liberación de los muelles portuarios.