Tengan ustedes un buen día, les deseo de corazón, en este 29 de febrero de 2020. Una jornada bastante peculiar, en tanto que, como saben, no se repetirá hasta dentro de cuatro años. Si aún encima de esto sumamos la circunstancia de que aquí nos hablamos solamente los miércoles y los sábados, y que tal 29 de febrero de 2024 será jueves, les aseguro que me encuentro razonablemente emocionado por poder hablarles en un día como este. Más aún, fíjense en que el 29 de febrero de 2028 coincide en martes, y que el correspondiente último día de febrero de 2032 caerá en domingo. El de 2036 será viernes. Y el de 2040, por fin, miércoles de nuevo. Con todo, en el hipotético caso de que nos volvamos a ver otro 29 febrero, habrán pasado nada más y nada menos que veinte años desde hoy. Pero ¿saben?, ¿dónde estaremos ustedes y yo dentro de veinte años? Yo les aseguro, sinceramente, que no tengo ni idea. ¿Existiremos? Pues no lo sé. ¿Tendremos ganas o fuerzas para seguir contándonos cosas? Pues también lo desconozco. Y, francamente, tampoco es algo a lo que le dé demasiadas vueltas, ya que escapa bastante a nuestro control. Por tanto, les propongo, disfrutemos de esta interlocución en este especial 29 de febrero y metamos mientras tanto en la nevera la posibilidad de poder volver a hablarnos en ese futurible 29 de febrero de 2040. ¿Habrá periódicos escritos en ese momento? No sé. ¿Habrá mundo? Tampoco...

Lo que está claro es que el 29 de febrero es un día, por definición, raro. Y esto no significa apestado ni nada parecido. Raro es el adjetivo relativo a lo que no se presenta como habitual. La RAE, experta en estas cosas de definir las palabras, en sus acepciones números dos y tres nos dice que raro es "extraordinario, poco común o frecuente", y "escaso en su clase o especie". Es bien cierto que en la primera y en la cuarta nos ilustra con "que se comporta de un modo inhabitual" o "insigne, sobresaliente o excelente en su línea", o en la quinta, "extravagante de genio o comportamiento y propenso a singularizarse". Pero estos últimos significados son referidos a otro contexto. Raro es lo que acontece pocas veces y efectivamente, retomando la línea de nuestro discurso, vivir un 29 de febrero es bien poco habitual. De hecho, todos sabemos que es algo que acontece cada cuatro años, con el fin de compensar la diferencia entre dos pasos sucesivos del Sol por el equinoccio medio, año trópico, y aquel que, arbitrariamente, utilizamos para expresar tal traslación: 365 días de 24 horas. Tal desfase es de cinco horas, cuarenta y ocho minutos y 45,22 segundos más cada año que, "grosso modo", acumulados en un período de cuatro años, constituyen un día más. Bueno, un poco menos, pero recuerden que, para compensarlo, no son considerados bisiestos los años seculares (últimos de cada siglo), que no sean divisibles entre 400. Con todo, el resultado entre el año trópico y el año calendario es mucho más ajustado y todos felices.

Y sí, vivir el 29 de febrero es poco habitual. Por eso, por ser más raro, este es el día indicado para recordar todo aquello que tampoco ocurre muchas veces. Como las enfermedades raras o las consideradas muy raras, que no es que sean extrañas o con características especialmente sobresalientes. No, simplemente se trata de aquellas patologías cuya prevalencia es ciertamente baja o muy baja, de forma que muchas veces se han escapado del foco mediático y de la atención general, con los inconvenientes que pudiera esto conllevar para quienes las padecen. Dolencias que hoy recordamos aquí, al igual que a las asociaciones de pacientes y familiares que llevan años trabajando denodadamente para mejorar la salud de todos y visibilizar situaciones a veces muy poco conocidas y tenidas en cuenta, y a las que aquí rindo mi homenaje una vez más. Personas que en su día a día se enfrentan a procesos y situaciones muchas veces raras, por poco habituales, producidas por tales procesos raros o muy raros que les afectan.

Más en general, mucho podríamos hablar de estos tiempos raros, desde todos los puntos de vista. Apasionantes, por supuesto, pero también raros por extraños, por diferentes, por ungidos de virtualidad y carentes de buena parte de la solidez de lo real. Sí, tiempos de tipos raros, como somos todos nosotros...

En fin, sigamos aquí asomados a la realidad. Buen 29 de febrero. Días de rareza singular.