ACoruña ha despedido al viaducto de la ronda de Nelle, un adefesio urbano que presidió durante cuatro décadas el cruce entre dos de las principales vías de la ciudad, la avenida de Fisterra y la ronda de Nelle. El paso elevado, que situaba a los automóviles a la misma altura que algunas viviendas, se levantó en 1978, hace 42 años, y, casi desde el principio, provocó las quejas vecinales por su impacto visual, sonoro y sobre el entorno.

La lucha ciudadana contra el viaducto estuvo a punto de conseguir su derribo durante el último gobierno socialista con mayoría absoluta. Hace catorce años, el Ayuntamiento propuso sustituir el puente por un paso subterráneo. La propuesta no fraguó por la oposición de una parte del barrio al entender que el impacto de la nueva construcción no reduciría el de la vieja. El viaducto gozó entonces de una tregua política hasta el pasado mandato, cuando el Ejecutivo local de Marea Atlántica, sobre la bocina de las elecciones municipales, licitó la obra de derribo, que terminó adjudicando el nuevo Gobierno, del PSOE, por un millón de euros. La demolición se prolongará hasta el 7 de mayo, según los plazos municipales. Después, comenzará la remodelación de la intersección, con cuatro carriles, dos por cada sentido, en la ronda de Nelle, la regulación por semáforos y la prohibición de los giros a la izquierda, auténtico quebradero de cabeza en cualquier cruce y justificado en este caso, como en otros, para dar fluidez a la circulación. La vía incorporará un carril bici en dirección a Cuatro Caminos.

La demolición del viaducto de la ronda de Nelle debe simbolizar el paso a un nuevo modelo de ciudad en su relación con el tráfico. Aunque propiamente no se trata de ganar espacio para el peatón, el nuevo cruce mejorará, sin duda, la estética de la zona, hará más cómodo el paseo y, según los cálculos de los técnicos municipales de movilidad, no empeorará la fluidez de la circulación. En resumen, mejorará lo anterior. Y ese debe ser el camino en futuras intervenciones urbanas.

Para entender que ese modelo de ciudad es posible, vayamos al otro viaducto que sobrevive en el corazón de la ciudad, el de la entrada de Alfonso Molina, en Linares Rivas. Con una solución más compleja que el de la ronda de Nelle, es evidente, su demolición fue una de las propuestas más atrevidas del urbanista Joan Busquets cuando diseñó el actual Plan General de Ordenación Municipal. Busquets también mostró su oposición al cruce elevado de acceso a la tercera ronda en As Lonzas, rechazado por los vecinos, aunque sus opiniones no fueran tenidas en cuenta.

A Coruña debe evolucionar hacia una ciudad más pensada para caminar que para conducir, sin olvidar en la ecuación dar alternativas de transporte público eficiente, eficaz y económico al uso del vehículo privado. No todas las acciones, ni siquiera la mayoría, tendrán el impacto visual del derribo de un viaducto, pero su huella se hará notar en el día a día de la ciudad. Una de ellas, que no requeriría gran inversión, sería dar más espacio a los peatones entre la plaza de Mina y el Obelisco. La supresión del tráfico en la Marina ha convertido al Cantón Grande y al Pequeño en un desierto de asfalto, con carriles infrautilizados, mientras, habitualmente, las aceras están repletas de paseantes. No debería ser complejo ensanchar esas aceras y las de los jardines, un plan que anunció el anterior concejal de Movilidad, Daniel Díaz, pero que nunca ejecutó.

Algunas de las primeras medidas anunciadas por el Gobierno local van en ese camino, pero requieren presteza en su ejecución: la recuperación del carril bus, la reducción del límite de velocidad a 30 kilómetros por hora en las calles de un carril, la peatonalización de calles... Parte de ese trabajo lo tiene diseñado ya en el plan general y en los sucesivos planes y estudios de movilidad encargados por sus antecesores, a los que faltó determinación para llevarlos a cabo.

Los ejemplos de peatonalizaciones en A Coruña suelen arrastrar el mismo patrón, cierta contestación social cuando se anuncian y satisfacción vecinal y comercial cuando se ejecutan. Ahí se encuentra el aval para estas acciones: una vez disfrutadas, los coruñeses no les dan marcha atrás.