A punto estoy de tirar la toalla sobre el ring, una de las maneras de acabar un combate de boxeo. Pero en mi caso, muy alejado de ese deporte, es sobre el maremágnum en que se ha convertido el tema del transporte ferroviario de mercancías en nuestro país auspiciado por la UE. Por si ya era poca la confrontación, a nivel informativo, de apoyos institucionales y ayudas económicas, entre el Corredor Atlántico, que proyecta arrancar de puertos portugueses y cruzando la península se interna por Francia hacia el resto de los países europeos, contra el Corredor Mediterráneo, que recorre la toda la ribera mediterránea desde Algeciras para continuar luego por suelo francés, la cosa se complica más aún cuando no se ven colmadas las esperanzas que se intuían. Y esta es la situación del rincón denominado Noroeste -Asturias, Galicia y León- porque, no solo ven pasar lejano ese súper enlace ferroviario Atlántico, sino que sufren el fuego cruzado institucional cuando un día nos dicen (20 de febrero) que sí, que habrá conexiones al Corredor Atlántico y fondos europeos, y al siguiente descubrimos, por otras informaciones (29 de febrero y 3 de marzo), que de eso nada. Ya cansan tantos dimes y diretes.