A pesar de que ha dejado de ocupar espacio en la actualidad de muchos medios de comunicación, siguen llegando dolorosos informes de Siria, en particular del noreste y de la situación tremendamente dolorosa de tantas mujeres y niños obligados a huir debido a la escalada militar.

En los últimos meses hemos visto algunas luces que parecían atisbar el final del túnel, pero vamos camino ya de nueve años de guerra y cada día que pasa observamos con mayor angustia el fracaso de quienes deberían parar la violencia de una vez, sentar las bases de una paz duradera y comenzar una reconstrucción que, dados los profundos daños ocasionados, llevará tiempo y tendrá que ir mucho más allá de levantar los edificios derruidos. Las imágenes que nos llegan de la frontera turco-griega, no solo dan pena sino vergüenza.