Artículo corto hoy, que las cosas de estos días, con implicaciones familiares puede que complejas y otros detalles, nos ocupan toda la energía, nos preocupan y a ver cómo terminan. Dos líneas, o unas poquitas más, para insistir en lo más importante, en lo que todo el mundo insiste a día de hoy, y a lo que nosotros apelábamos desde aquí ya en los confusos tiempos de si se llevaba a cabo el Mobile o no, siempre con la misma postura. ¡Mejor prevenir que lamentar!

Y por eso, por prevención y por no seguir haciendo las cosas de la peor forma posible, ¡aíslense ustedes socialmente ante la amenaza del Covid-19! Yo llevo en ello ya una semana, a pesar de que han sido bastante las personas que nos han llamado exagerados en su momento. Personas próximas que han celebrado el Carnaval en Italia, personas lejanas que han trufado de besos y abrazos enormes recintos llenos de personas, o las que han participado en unas marchas del 8-M que, por precaución, no debieron haberse celebrado este año, independientemente de la pertinencia del mensaje en las mismas. Jóvenes que han celebrado y jaleado el fin de las clases como si hubiese sido el no va más de la felicidad, cuando la realidad es bien distinta. Y una sociedad jaranera por naturaleza, que parece que solo entra en cintura cuando se le da la primera en los dientes...

Y es que era evidente hace unos días que ni las Fallas, ni los Juegos Olímpicos, ni ningún otro de esos eventos multitudinarios de esos que levantan pasiones podrían haberse celebrado en este contexto. Al final el Mobile cayó, pero el ambiente seguía siendo tan propicio para el contagio como si solamente con el congreso de la telefonía móvil se pudiese arreglar el desaguisado. Y no. Había mucho más.

Ahora hemos de mirar al futuro, y no lamentarnos de los errores. De esas marchas, mítines u otros foros que nunca debieron haberse celebrado, pero que se llevaron a cabo de igual manera. Y el futuro pasa por contener el pico de expansión de la epidemia, pasando de una campana de Gauss más apuntada a otra mucho más extensa en el tiempo, pero donde los picos de la infección sean más absorbibles por el sistema sanitario y por el resto de servicios esenciales de la sociedad. El precio de no hacerlo así puede ser verdaderamente alto.

Por eso, para contener y para no seguir concatenando e hilvanando errores, ¡¡¡quédese usted en casa!!! No juegue con las cosas serias, por mucho que usted se sienta fuerte o sea verdaderamente fuerte y sano. Haga lo que le digan y no juegue con la salud de los otros. No viaje de zonas de riesgo a otras menos afectadas, y no propicie nuevos contagios.

Sí, ¡¡¡quédese usted en casa!!! Hágalo en la medida de lo posible, haciendo que toda esta situación pueda clarificarse lo antes posible con el coste humano más bajo, en todos los sentidos. Y no lo haga solamente por solidaridad, que también. Hágalo también por usted y por sus seres queridos.