No sabemos qué haría el parsimonioso Mariano Rajoy si fuera presidente del Gobierno en epidemia de coronavirus, pero los tertulianos de derecha, que tanto alabaron cómo administraba sus tiempos, se quejan del quietismo de Pedro Sánchez desde la semana pasada.

La receta de Sánchez -amparado en el criterio de los expertos sanitarios que quieren, ante todo, salvar el sistema de salud- es que cada español se haga un Rajoy: que no se mueva, que se aleje dos metros en conversación para evitar las gotículas de saliva (en las que Rajoy era un Rambo) y que espere a que pase todo.

Camilo José Cela, otro gallego ilustre y de derechas, acuñó "el que resiste, gana" y Rajoy lo aplicó hasta que perdió, no por falta de resistencia sino porque Sánchez contraprogramó su quietismo con hiperactividad.

Importa resistir: El telediario hizo cantar Resistiré a Manolo de la Calva, medio Dúo Dinámico, y nos gobierna el autor de Manual de resistencia, publicado nada más cambiar el colchón de la Moncloa e hidratarse políticamente con Aquarius. El título se ha vuelto posmonitorio, como siempre, porque las premoniciones se suelen descubrir después.

Ahora Sánchez podría firmar un oportunista Manual de residencia, útil para nosotros y para él, que no paró hasta residir en La Moncloa, que llegó al poder en condiciones de solo la puntita y tiene ahora más concentración de mando que ningún otro presidente español en 40 años de descentralización. En esto, con el ejército, Sánchez es el comandante que llegó y mandó parar y toma decisiones inéditas y sigue instrucciones que vienen en chino. De ahí la cara de se acabó la diversión. Si le gustaba el poder este tío con suerte tiene doble ración.